No, no son criptomonedas, sino “Cristo-monedas”.
Esto segundo, es algo que se me ha venido a la cabeza, para hablar de la traición a una persona o grupo de personas, por conseguir el poder y el simple y asqueroso vil metal, o sencillamente, por hacer daño.
Somos capaces de vender nuestra alma, por conseguir poder y riqueza. Poder y riqueza van indefectiblemente unidos, pues una, cosa lleva inexorablemente a la otra, en muchas personas.
Es lógico, humano, desear una economía familiar o personal, que te permita vivir de una forma racional, de manera más o menos holgada, llegando a fin de mes, sin pasar necesidades ni carencias, pero esa racionalidad que refiero, no es igual en el ser humano, pues cada uno tiene su listón en lo material y en el poder, a una altura bien distinta.
Jesús, fue traicionado y vendido en 30 monedas de plata por Judas, que recibió de manos del Sanedrín. Es lo que valía la acordada detención del Hijo de Dios. Después acabó como ya sabemos.
La muerte de Aquel, que hablando en el nombre de Dios, como Ungido, Enviado, Elegido, fue provocada por los “puros seguidores” de la Doctrina del Yahveh o Jehovah del Antiguo Testamento, un Yahveh de dogmas, condenas, de falsas y manipuladas imágenes, de un Mesías que los libraría del poder y sometimiento, del yugo romano. Ellos, el pueblo hebreo, estaban esperanzados en la venida de ese libertador enviado por su Dios, que a espada, sangre y fuego, barrería de la faz de Palestina al invasor, porque ellos eran y se sentían el pueblo elegido.
“No he venido a abolir la Ley ni los Profetas, sino a darles cumplimiento”
Hoy también, como las de Judas en aquellos tiempos, existen las “Cristo-monedas” en todos los estamentos sociales, jurídicos y políticos de nuestra sociedad; también en los religiosos. Se vende lo que sea.
Y lo estamos viendo actual y tristemente, en las posturas eclesiásticas, en este caso en la Iglesia Ortodoxa rusa. Una Iglesia Ortodoxa, dividida respecto al “Genocidio de Putin” con este pobre país de Ucrania. Porque Kirill, el Patriarca de Moscú, apoya incondicionalmente a este asesino de podrida mente, que debería estar en un manicomio con camisa de fuerza. Aunque tipejos así hay muchos en el mundo.
Pero esas monedas conseguidas, poniendo en peligro real a los cristos que padecen, sufren y mueren en el mundo, siguen siendo las mismas “Cristo-monedas” actualizadas y depositadas en grandes bancos.
Cristo-monedas, son las escandalosas y pecaminosas comisiones, que se han llevado estos dos elementos sin alma, en el asunto de las mascarillas, guantes, para el Covid y que ahora tienen que dar cuentas a la Justicia. Sencillamente, son otros Judas que venden al mal su alma (si es que la tienen).
También lo son, aquellos trabajadores, que desean estas Cristo-monedas, zancadilleando a otros, para ascender en el escalafón laboral y social, por encima del respeto y derecho de sus compañeros de trabajo; derecho que pisotean por ese deseo de ascenso o reconocimiento, por parte de la empresa.
Igualmente, muchísima gente en política, que por un aterciopelado y blando sillón, hunden en el descrédito a otros compañeros/as, para asegurar su “modus vivendi”. Ejemplos directos y actuales haberlos haylos, demasiados por desgracia.
Si nos retrotraemos a la Historia, la Iglesia ha utilizado también esas Cristo-monedas.
Sin ir más lejos “los Buleros del Papa” en aquella Edad Media. ¿Qué eran los buleros?
Eran los hombres enviados por el Papa de turno, para vender a la gente las “Bulas” o “Perdones” de las llamas del infierno, por determinada cantidad de dinero, vendiéndose la salvación por años.
Las penas del purgatorio, no estaban incluidas en ese perdón, de forma que eso sí, ibas a arder un poco, aunque no eternamente, porque el purgatorio era temporal.
Las Bulas de Alejandro VI (Bulas Alejandrinas) otorgando permiso y bendiciones a los Reyes Católicos, para la conquista del Nuevo Mundo con todo lo que conllevó.
Los Caballeros de las Santas Cruzadas, tenían sus bulas o perdones de las penas del infierno, por luchar contra los infieles árabes. También las bulas que pagaban a la Iglesia los creyentes, para costear estas luchas.
Bulas de Cuaresma para poder comer carne, para leche y huevos, bulas de difuntos para quienes ya habían fallecido, y así librarlos de infierno eterno.
En fin, todo convertido en Cristo-moneda. Cosa, que a mí como creyente, me indigna.
Aunque no me quita la Fe en Jesús de Nazaret.
Juan Parrilla Canales